martes, 28 de marzo de 2017

Veneno y fuego en los campos de Castilla y León. La junta sigue sin cambiar de estrategia contra el topillo


Durante este año hemos sido testigos de una nueva explosión demográfica de topillo campesino en algunas regiones de la comunidad de Castilla y León y al igual que en pasadas plagas, la administración ha actuado con las medidas menos conservacionistas y más peligrosa que tenía a mano, el uso de venenos y por si no fuera poco, los permisos de quemas en ciertas zonas, las cuales se han descontrolado. Un claro ejemplo es la provincia de Plasencia.

foto tomada por la asociación de naturalistas palentinos, ANPA



Los aumentos en la población de este pequeño roedor, tan temido por los agricultores, son normales dentro de su dinámica poblacional y están fomentados en gran medida por los grandes campos de cultivo de Castilla, campos a los que la especie se desplazó desde la cordillera cántabra, debido a la implantación de nuevos cultivos atractivos para ella. La concentración parcelaria y la agricultura intensiva propia de nuestra época, en donde no encontramos apenas otro tipo de vegetación, ni de sustrato que albergue depredadores naturales para esta especie, son causas directas de este problema, por ello cada cierto tiempo nos encontramos con las denominadas plagas de topillos. 
Lo que no es normal son las medidas que se toman al respecto desde la Junta de Castilla y León, las cuales aun habiendo quedado claro los daños que provocan, no sólo para nuestra fauna salvaje, sino para nuestros propios campos, siguen llevándose a cabo una y otra vez, y todo ello con el ejemplo de otros países como Francia y Alemania, que ya sufrieron este tipo de problemáticas y tras cometer en un pasado, los mismos errores que cometemos nosotros ahora, decidieron buscar otras alternativas, tales como la remoción del terreno para destruir las madrigueras y dejar al topillo más visible a los depredadores.   



Durante la plaga de 2014 ya se unieron multitud de asociaciones, universidades y expertos en la materia para intentar evitar que se utilizaran estos venenos, aportando multitud de información y de estudios en contra de la práctica. Os dejamos el manifiesto y el informe que se presentaron por si a alguien le interesa leerlo, aportan mucha información.





Como decíamos antes, estas prácticas no sólo perjudican al topillo, sino que también afectan a las poblaciones de muchas especies silvestres, ya que el veneno entra dentro de la cadena trófica, matando tanto especies granívoras como palomas, calandrias, perdices, alondras, ánades o avutardas como a sus depredadores naturales, cernícalos, milanos, ratoneros, lechuzas…. Llegando incluso a los últimos niveles de la cadena trófica.

Es especialmente peligroso la parte que le toca al milano real (en peligro de extinción), especie muy oportunista a la que le afecta enormemente el uso de venenos. Habrá que ver como ha afectado a la especie esta práctica, ya que se ha llevado a cabo estando también la población invernante de europa en nuestro país.
Lobo y buitre leonado envenenados, imagen de colectivo ACENVA
El fuego por su parte destruye los únicos parches de vegetación arbustiva y herbácea que actúa como refugio de infinidad de animales; insectos, moluscos, reptiles, aves y mamíferos. Animales que ven desaparecer la única isla habitable en un mar de cultivos. Al igual pasa con los pocos árboles que quedan en tierra de campos, donde podrían nidificar entre otros los propios depredadores de los topillos.

foto tomada por la asociación de naturalistas de Palentinos, ANPA

Aún habiéndose demostrado la peligrosidad de estas medidas y su ineficacia, aún sabiendo que las explosiones demográficas de topillo son cíclicas y que desaparecen poco después debido a su dinámica poblacional y a la acción de los depredadores sobre la especie, seguimos cayendo en los mismos errores y no sólo eso, sino que ampliamos el tiempo durante el que se permiten estas prácticas. Habría que preguntarse si es por ineptitud administrativa o hay algún tipo de beneficio detrás de todo esto. 




Como final esperanzador a una noticia desoladora también hay que comentar que al margen de este tipo de gestión también se están llevando a cabo otro tipo de proyectos alternativos, a través de los cuales se pretende dar la vuelta a esta situación. Como es el caso del proyecto de control biológico del topillo de la ONG GREFA. A través del cual se pretende controlar las poblaciones de topillo mediante sus depredadores naturales, con la implantación de postes con cajas nido para cernícalo y lechuza.
Ojalá que en un futuro sean estos los mecanismos que se utilicen en contra de plagas del cualquier tipo, el control biológico con nuestra propia fauna autóctona.





A continuación os dejamos con la noticia que escribieron desde la Asociación de Naturalistas Palentinos ANPA, en la que informan de los acontecimientos producidos en Palencia durante esta nueva plaga de topillo campesino.




LICENCIA PARA QUEMAR … (I)
Fernando Jubete. Asociación de Naturalistas Palentinos

Desde hace varias semanas, resulta habitual en Palencia capital y todos los pueblos de la mitad sur de la provincia tener que respirar una atmósfera altamente contaminada. Pero no, el origen de esta atmósfera viciada por el humo no proviene de las inexistentes industrias en Palencia, el origen se encuentra en las prácticas agrícolas que se extienden por toda la mitad sur de la provincia.
Lo que comenzaron siendo quemas controladas de rastrojos para, supuestamente, controlar la plaga de topillo campesino, se han convertido en una licencia para quemar sin limitación alguna, con crédito ilimitado, vale todo. Es una carrera contra el reloj y una especie de locura colectiva para ver quien quema más superficie, sea o no agrícola. Los resultados están siendo catastróficos, desastrosos para el medio ambiente, para el turismo y para nuestra propia salud.
En las últimas semanas han sido arrasadas por el fuego miles de kilómetros lineales de cunetas, linderos, ribazos y bosquetes. Algunos de los casos más sangrantes han sido bosques de ribera como los del Canal de Castilla, donde se han calcinado choperas, formaciones arbustivas y toda la vegetación palustre y herbácea existente. Igual suerte han corrido otros cursos fluviales como el Valdejinate, Retortillo, Ucieza, Cueza, acequia de Palencia, … Y ni comentar cursos menores, todos ellos, con toda su vegetación, destruidos por las llamas en unas semanas de descontrol absoluto, mes en el que la Junta de Castilla y León ha mirado para otro lado, como si este desaguisado no tuviese nada que ver con ella. ¿Cuántas denuncias han puesto los agentes medioambientales en estas semanas?.
Tal ha sido la catarsis que finalmente se ha llegado a quemar alguna vivienda ubicada en el medio rural, junto a varios incendios forestales que estas prácticas han provocado por la negligencia de los responsables de las mismas. Hasta la laguna de La Nava, si, una zona húmeda llena de agua, también ha sido pasto del desconocimiento e ignorancia de algunos pirómanos que creen que allí se encuentra el origen de la plaga. A lo largo de varias jornadas y de forma tenaz e intencionada, se han provocado numerosos incendios que han calcinado los arroyos y formaciones palustres dentro del propio humedal donde nidifican garzas imperiales y aguiluchos laguneros, algunos ya con nidos en estas fechas. Se están quemando los nidos y hábitats de los principales aliados en la lucha contra los topillos, de aguiluchos, lechuzas campestres, lagartos ocelados, culebras bastardas y comadrejas, esos incansables predadores de roedores que ahora, o han muerto calcinados, o tendrán que emigrar a otras zonas donde encontrar un hábitat adecuado para reproducirse.
Pero los efectos negativos para el medio ambiente serán todavía mucho peores. Se han destruido los únicos reservorios para la fauna y la flora que quedaban en la maltrecha comarca de Tierra de Campos, ahora convertida en un erial donde ya no quedan árboles, arbustos, aves que medren en ellos. Donde decenas de millones de insectos, caracoles y otros invertebrados han sido calcinados sin compasión alguna, donde en breve las plagas agrícolas, ya sin predadores, van a campar a sus anchas.
Es obvio decir que todas estas zonas calcinadas no son terrenos agrícolas, es más, en su mayor parte se encuentran protegidas por diferentes normativas. Por ejemplo, los sotos del Canal de Castilla están declarados Lugar de Interés Comunitario y forman parte de la Red Natura 2000 promovida por la Unión Europea. Este singular cauce fue declarado Bien de Interés Cultural según el Decreto 154/1991, siendo además una de las joyas de la corona dentro de los programas de turismo en esta provincia.
La laguna de La Nava y todas las zonas esteparias anejas se encuentran también bajo el paraguas de la Red Natura 2000 y de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Tanto en este humedal como en el Canal de Castilla, las administraciones públicas y otras entidades privadas han invertido varios millones de euros del erario público en actuaciones como la reforestación o adecuación paisajística del entorno, actuaciones que han sido destruidas de forma inmisericorde en estos días de locura.
Y que decir de las famosas ayudas de la PAC. Los agricultores han recibido importantes subvenciones de nuestros impuestos, si, del dinero que aportamos todos los españoles, para que contribuyesen al mantenimiento de la biodiversidad llevando a cabo buenas prácticas agrícolas y creando zonas que favorezcan la biodiversidad como los famosos “bosquetes”, manchas de vegetación que han sido las primeras en ser arrasadas en estos últimos días. Incoherencia política, fraude e ineficacia absoluta en la gestión se llama a esto.
Pero ¿cuál ha sido la razón para autorizar estas quemas y permitir este auténtico atentado medio ambiental?. Una vez más la causa la tenemos que encontrar en las plagas de topillo campesino. La Junta de Castilla y León, que sigue sin saber como afrontar de manera seria este problema, ha utilizado como placebo para este año la quema de rastrojos, confiando con ello en que el fuego eliminará los topillos. Una vez más, la medida no puede ser más desacertada y, lo más grave, no cuenta con ningún estudio que justifique esta medida, todo lo contrario, existe una ingente cantidad de literatura científica que demuestra el grave impacto ambiental provocado por el fuego. No en vano, la Comisión Europea tiene prohibida desde hace años estas prácticas agrícolas.
La estrategia de lucha contra los topillos se articula en torno a tres ejes, la remoción del terreno, el empleo de veneno y las quemas prescritas. Pues bien, después de varios años de intentos infructuosos por controlar lo que saben que es incontrolable, la Junta solamente ha recurrido a las dos medidas menos efectivas para el control de la plaga y las que mayor impacto ambiental tienen, el veneno y el fuego. Curiosamente, todas las experiencias llevadas a cabo en otros países van en la línea opuesta, y basan la mayor parte de sus actuaciones en la remoción del terreno, es decir, en destruir directamente las madrigueras de los roedores mediante el arado del terreno, eliminando de esta forma la fuente de alimento y facilitando la exposición de los topillos ante los predadores. Pero no, la Junta se niega a adoptar esa medida y prefiere destruir todo lo que rodea a las alfalfas, verdaderos reservorios de las colonias de topillos (basta salir a cualquier campo para comprobar esta afirmación).
¿Y cual es el futuro que nos espera?, veremos a ver cuales son las precipitaciones de esta primavera y estaremos atentos al efecto rebote de la plaga, pero que nadie dude que dentro de otros tres años, si no antes, tendremos una nueva explosión demográfica de topillos, ¿será necesario calcinar nuevamente toda la provincia de Palencia?. Hay que recordar que estas prácticas ya se llevaron a cabo en la plaga de 2012/13. En esa ocasión, un informe de las asociaciones de conservación de la naturaleza estimaron en más de 20.000 los kilómetros lineales quemados de cunetas y cursos fluviales, o lo que es lo mismo traducido a hectáreas, casi 8.000 hectáreas de los únicos refugios de biodiversidad de Tierra de Campos arrasados por las llamas.
Y mientras tanto, la propia Junta de Castilla y León, asegura estar preocupada por el despoblamiento de los pueblos y confía en revertir esta situación con alternativas como el turismo rural o de naturaleza. Pues difícil, muy difícil va a resultar hacer atractivo para los turistas el paisaje terracampino o los sotos del Canal de Castilla, actualmente destruidos por el fuego. Negro, muy negro el panorama que se cierne sobre esta comarca.

Más información: Fernando Jubete. Teléfono: 679 171 427. Correo electrónico: anpa@avespalencia.org
Nota: se adjuntan cuatro fotografías de algunas de las quemas de estos días en la provincia de Palencia.
Este artículo se titula con (I), ya que está prevista una nueva publicación en los próximos días que dará continuidad al mismo.


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